Adho Mukha Svanasana

Y con una suave exhalación, desde Urdhva Mukha Svanasana, vas guiando a tu cuerpo para que comience a dibujar una nueva postura.
 
Todo empieza enraizando tus manos y pies a la tierra. Nunca te dejes caer sobre ella, todo lo contrario, siente como empuja a tu cuerpo para que nunca deje de crecer.
 
Siente como tus manos empujan sutilmente la tierra al frente, tus pies traccionan de ella hacia atrás. Todo para que tu espalda y tu columna estén totalmente estiradas.
 
La fuerza que transmite la tierra a tus manos se transmite a tus brazos, convirtiéndolos en dos fuertes pilares que acompañan a ese potente e importantísimo anclaje escapular.
 
Tus bandhas se activan, fuentes de energía, fuerza y sostén para ésta y para cualquier postura. Tu nuca quiere seguir estirándose, para que tus orejas y tus hombros se sigan separando poco a poco.
 
En la parte posterior de tus piernas sientes un exceso de fuego. No te preocupes, respira, concéntrate en esa zona y conseguirás repartirlo por cada rincón de tu cuerpo.
 
Tu cóccix quiere mirar un poco más hacia el cielo. Tus piernas se mantienen fuertes, estiradas. O puede que prefieras flexionarlas ligeramente para encontrar la comodidad y la estabilidad necesarias en cualquier asana.
 
Y ya ha llegado el momento. Tus ojos comienzan a cerrarse. Te sientes protegido, te sientes a salvo. Tu respiración se va suavizando, conectando en todo momento tu cuerpo con tu mente. Respira. Déjate llevar. Respira. Disfruta el momento. Respira..
Y con una suave exhalación, desde Urdhva Mukha Svanasana, vas guiando a tu cuerpo para que comience a dibujar una nueva postura.
 
Todo empieza enraizando tus manos y pies a la tierra. Nunca te dejes caer sobre ella, todo lo contrario, siente como empuja a tu cuerpo para que nunca deje de crecer.
 
Siente como tus manos empujan sutilmente la tierra al frente, tus pies traccionan de ella hacia atrás. Todo para que tu espalda y tu columna estén totalmente estiradas.
 
La fuerza que transmite la tierra a tus manos se transmite a tus brazos, convirtiéndolos en dos fuertes pilares que acompañan a ese potente e importantísimo anclaje escapular.
 
Tus bandhas se activan, fuentes de energía, fuerza y sostén para ésta y para cualquier postura. Tu nuca quiere seguir estirándose, para que tus orejas y tus hombros se sigan separando poco a poco.
 
En la parte posterior de tus piernas sientes un exceso de fuego. No te preocupes, respira, concéntrate en esa zona y conseguirás repartirlo por cada rincón de tu cuerpo.
 
Tu cóccix quiere mirar un poco más hacia el cielo. Tus piernas se mantienen fuertes, estiradas. O puede que prefieras flexionarlas ligeramente para encontrar la comodidad y la estabilidad necesarias en cualquier asana.
 
Y ya ha llegado el momento. Tus ojos comienzan a cerrarse. Te sientes protegido, te sientes a salvo. Tu respiración se va suavizando, conectando en todo momento tu cuerpo con tu mente. Respira. Déjate llevar. Respira. Disfruta el momento. Respira..